Artículos Francisco Umbral

Guerra/Besteiro


ALFONSO Guerra: Estará usted contento, jefe, de las bodas de oro que le hemos montado en Carmona, digo.

Julián Besteiro: Eso es como cuando iban a la Plaza de Oriente, hijo. Pompas y vanidades. Aparte que en Carmona nadie ha dicho nada de mi chistera y mis botines.

AG: Son otros tiempos, don Julián, hágase el cargo.

JB: Y el paletó y el bastón y los guantes y...

AG: Es que nosotros vamos de descamisados, don Julián.

JB: El descamisamiento es fascista. Perón, Primo de Rivera y todo eso. Los socialistas quedamos mejor de corbata, y la prueba es que a ti, hoy, te veo muy arreglado.

AG: Yo voy de domingo toda la semana, don Julián, pero luego la Prensa sanguinaria dice que venga de nikis lotusse.

JB: Pues para el XXXII Congreso ya lo sabes, quiero ir de chistera.

AG: ¿Y eso no cantará mucho, jefe?

JB: No seas ordinario, hijo, y no me hables el cheli del Umbral ése y otros rojos.

AG: Si quiere usted hablamos en alemán para que sólo nos entienda Mahler.

JB: Ah, y el paletó. No me vuelvas a sacar de casa sin paletó. AG: Pero es una prenda de Fernando VII, don.

JB: ¿Acaso no sóis vosotros un socialismo monárquico?

AG: A ver dónde encuentro yo ahora un paletó.

JB: Muy fácil, lo alquilas en Cornejo, como Marsillach.

AG: Lo cual que don Adolfo nos está llevando bien la cosa del teatro, ya habrá usted reparado.

JB: Un poco rojo para el PSOE me parece ese muchacho, hijo. Hasta creo que vive abarraganado con una pollita muy mona.

AG: Ya le digo que son otros tiempos, don Julián. Ustedes tenían a «la otra» en un chaletito de la Guindalera. La señorita Llorente vive en la Moncloa, ya ve. Es la liberación de la mujer.

JB: Ah, y el bastoncillo de junco y los guantes. Cómo me voy a presentar yo, que soy tan representativo, en el XXXII Congreso, sin el bastoncillo y los guantes de cabritilla.

AG: Se los puedo pedir también a Marsillach, que lleva la cosa de la guardarropía, pero que va decirel Nico.

JB: ¿Y quién es ese Nico, hijo? Me suena a zarzuela.

AG: El poder sindical que no firman el concordato ni muertos. JB: Pues Pablo Iglesias era tipógrafo y a mí nunca me dio un quebradero. Mayormente porque se murió, claro.

AG: El mejor socialista es unsocialista muerto, que ya lo dijo John Wayne. Por eso yo, ahora, le he sacado a usted.

JB: ¿Ese Wayne que dices era algún síndico de cuando la matanza de Chicago?

AG: No exactamente. En elOeste, los sindicatos eran todos pieles rojas.

JB: Siempre dije que el cinematógrafo no tenía porvenir.

AG: Ahí, ahí, profeta. El porvenir lo tiene la tele, que es nuestra.

JB: Y los botines. Sobre todo los botines. Cuándo se ha visto un socialista/sindicalista sin botines.

AG: Perdone usted, maestro, pero, desde Wodehouse, eso de los botines se queda para los señoritos.JB: Es que yo soy un señorito. Un señorito socialista. ¿Acaso no lleva botines ese Nicolás Redondo?

AG: Zapatos de rejilla por la calor, que son tan horteras. Y cuando empezó, alpargata.

JB: Cuánta plebeyez, qué hubiera dicho UrrutiAG: ¿Y quién es ese Urruti, otro del cementerio civil?

JB: Fernando de los Ríos, hijo, Fernando de los Rios, nuestro padre santo.

AG: Usted disimule. Es que más allá de Rubial me pierdo unpoco.

JB: Tú me parece que te has quedado en pleitos de familia. AG: A la familia ni me la miente, don Julián, que me ha salido una tribu urbana, como los punkis, pero con teléfono y agenda. JB: La familia es la célula fundamental, Alfonso.

AG: Que eso lo decía el Caudillo, jefe. No irá usted a soltarlo en el Congreso.

JB: Sin botines y sin poder hablar, me parece que a ese Congreso ni voy a ir. Además, que luego os ponéis a hablar en «sociata», como dice Campmany, ese monárquico, y no me entero de nada.

AG: ¿Pero lee usted el ABC, don Julián?

JB: Estoy suscrito, por si me sacan. El otro día, mira el homenaje que me han hecho, que hay que ver qué mano tienen para los centenarios.

AG: Que lo de Carmona también ha sido fuerte, jefe.

JB: Ya, pero sin botines. ¿Quién se ha puesto mis botines?

AG: Anda, pues resulta que los llevo yo. En qué estaría pensando. .

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