Artículos Francisco Umbral

Tomás de la Quadra


Ya se ha explicado, hombre, don Tomás de la Quadra, nuevo ministro de Justicia, y ha empezado por la Prensa (contra la Prensa), a ver, como que la Prensa somos la bestia negra, la bestia parda, y los periodistas quienes nos hemos creído que la libertad consiste en escribir por libre.

Faltaría más. El nuevo ministro se apronta a recordárnoslo. La nueva regulación de la protección de los derechos al honor, la intimidad y la propia imagen en relación con el ejercicio de la libertad de expresión, fue instada por el Congreso al Gobierno el pasado septiembre, a propósito del caso José María García. Fuentes del Ministerio de Justicia afirman que se trataría de una doble regulación en la vía civil y en la penal de los delitos de injurias y calumnias, para reducir las penas privativas de libertad y poner el énfasis en las indemnizaciones. Lo que pasa aquí, me parece a mí, es que la ley nos considera unos piernas a los periodistas, unos parias ociosos y parasitarios a quienes nos sobra tiempo para pasar una temporada en la cárcel, unas vacaciones, y a lo mejor hasta escribimos allí una novela sobre la situación lamentable de las cárceles españolas y su población, que ésa es otra. Y entonces han decidido apretar donde más nos duele, o sea la pela, que saben que siempre andamos cortos.

Al periodista el tiempo le sobra (eso piensan ellos), que para eso es un hombre libre (el tiempo no es asunto de relojes, sino de libertad interior), de modo que las penas de cautividad, en las que ya nos curtió Franco a modo, se ha visto que hacen de Carabanchel un Incosol para el periodista, y como de lo que se trata es de que nos estemos callados, coño, he aquí la rara astucia de amenazarnos con multa. Don Tomás de la Quadra, en cualquier caso, parece que se instala en la línea dura (que el Gobierno ha hecho emanar astutamente del Congreso) de palo y pela contra la libertad de expresión. Ya lo de la «protección de los derechos al honor» es una cosa que suena como antigua, a Calderón de la Barca o así. El honor es un valor feudal que hereda la burguesía. Raramente en nuestra sociedad se hace honor al honor. Habría que principiar por definir este concepto, que en Calderón es casi metafísico y en el Código viene muy mal explicado. Si nos van a castigar ahora por culpas calderonianas, más vale cambiar de oficio y meterse de jefe de Prensa de alguna empresa del INI, que eso está bien pagado y bien visto, da poco trabajo y ninguna controversia con don Tomás de la Quadra. En cuanto a la protección de la intimidad y la propia imagen, son cosas que sólo puede proteger uno mismo. Y los más damnificados por la Prensa, en este sentido, suelen ser quienes más trafican con su intimidad y con su imagen. Es decir, las damas que no tienen intimidad y los caballeros que tienen mala imagen. Nadie ha atentado nunca contra la intimidad de un notario. De modo que en nombre de valores efímeros, de origen teatral o feudal, según, se nos quiere quitar otra vez de las manos ese milagro que es la libertad de expresión.

La libertad de expresión, señor ministro, no es sino la expresión de la libertad (perdón por este juego de palabras a lo Bergamín), y la libertad no es una cosa racionada que vaya a administrarnos usted, joven, sino algo que está ahí, como la luz o «el cielo que nos protege», que diría Bowles. No se puede ser un poco libre como no se puede ser un poco virgen. Son valores absolutos y naturales que estaban ahí desde siempre, y no precisamente para que los administre ningún señor ministro de la cosa. Usted ha heredado la tendencia del Ejecutivo a empobrecer la libertad y joder los periódicos. Usted no sabe dónde se ha metido, joven.

Comparte este artículo: