Artículos Francisco Umbral

Ionesco


El gran Eugéne Ionesco acaba de decirlo en entrevista que publica este papel: «No hay que dejarse engañar por la falsa inocencia de la electrónica». Efectivamente, las guerras hoy parecen más instas, pero sólo son más limpias. A este sofisma han contribuido mucho los americanos. Ellos, tal como está en su credo puritano, confunden (interesadamente) democracia con asepsia. Han llegado a hacernos creer que todas las guerras son democráticas, sólo porque son higiénicas. Los yanquis matan muy limpio. Los yanquis matan más blanco. Son el detergente universal de la guerra. Reflexionemos sobre esto: lo que más nos repugna de Sadam no es la injusticia de su causa, sino las moscas, mosquitos, bacterias, miasmas y gases que amenaza con utilizar, aparte llenarnos el Mediterráneo, elocuente y azul de petróleo. Sadam Husein está haciendo una guerra guarra, y de esa suciedad deducimos una suciedad moral intolerable. Pero la moral de Bush no es mucho más limpia. Sólo están más limpias sus herramientas de muerte. «La falsa inocencia de la electrónica», que dice Ionesco. ¿Es que una bomba de moscas mata más que una bomba de hidrógeno? Mata menos. Pero da más asco. Y el puritanismo occidental ha tendido siempre a confundir el asco físico con el asco ético. La maldad de Sadam es visible porque le imaginamos siempre envuelto en una nube de mosquitos, como un cura que saca Cela en un libro.

El presidente Bush, en cambio, aparece por televisión recién mudado, jugando pulcramente al golf, sin hacer trampas ni nada, que podría hacerlas, para eso es el presidente. Ambos líderes son igual de guarros, pero nosotros nos hemos acostumbrado ya a pensar con imágenes y no con ideas, y el origen de esto se encuentra en la televisión, claro. Esta es una guerra visualizada, la guerra más filmada de la Historia. Más que una guerra es un vídeo, sobre todo para los jóvenes, que no saben lo que es la guerra. Para ellos, esta guerra es sólo una película de guerra. Aquí, otra vez, de la falsa inocencia de la electrónica. La electrónica televisiva nos ha cambiado el sistema de pensar. Juzgamos por imágenes, inevitablemente (contra eso habría que leer más periódicos, tíos), y no hay duda de que los marines dan mejor imagen que los moros, o lo que sean, quitando ese general gordo e impresentable que va a llevar la ofensiva terrestre. De nada sirve que Bush cuide su dietética heroicamente ante las televisiones de todo el mundo si luego le ponen por delante un general que es una ingente bomba de lípidos con camuflaje de palmera. Como Norteamérica es una patria reciente, no tenía patriotas.

El patriotismo norteamericano lo crearon primero las grandes revistas ilustradas, Collier's, Life, y luego el cine y la televisión. El pueblo americano veía por televisión las guerras de Corea y Vietnam, el marine alto y remudado contra el chinito enano, sucio de napalm, y comprendía de qué lado estaba la democracia. Hoy gracias a la televisión, todos somos demócratas, pero demócratas americanos. Es la falsa inocencia de la electrónica, que ha revolucionado el pensamiento humano. Ya todos pensamos en palcolor.

A los americanos, aunque de vez en cuando asesinen, nunca les abandona su desodorante. Asesinan muy aseado, como Alain Delon y Belmondo en las películas de gangsters. Lo que la derecha mundial está ejercitando como repudio moral contra Sadam Husein no es sino la sospecha de que se lava poco. La guerra sucia no hay duda de que la está haciendo él, porque no tiene medios para hacer otra. Pero si Sadam ha llenado el mar de petróleo, Bush nos ha llenado la cabeza de mierda pseudodemocrática. Uno contamina el clima con sus mosquitos y el otro nos contamina la conciencia con sus palabras, que no son sino el discurso de la hipocresía, la falsa inocencia de la televisión. Con o sin Hermida.

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