Artículos Francisco Umbral

Kuwait


Las democracias occidentales, el capitalismo democrático, los grandes generales americanos e ingleses, a quienes nada mueve para redimir el hambre de la India, la cosa de Biafra, las tiranías suramericanas, los pinochets de cada día, se han coligado, en cambio, como caballeros de la Tabla Redonda, por salvar la integridad despótica, millonaria y feudal de Kuwait.

Ahora nos explican lo que ya sabíamos. Alfonso Ussía ha escrito un admirable artículo sobre esto. Kuwait es un baja lato medieval y cruento, Kuwait es el paraíso personal de una familia que reúne en sí las jerarquías del cielo y la policía de la tierra. En Kuwait existe una oposición democrática ominosamente reprimida, y con la cual el señor Bush o el señor González, Amadises de la democracia universal, no han mostrado ningún interés por relacionarse. Como que esa oposición no controla un solo pozo de petróleo. Kuwait ni siquiera se explica por la miseria o poquedad de los alimentos terrestres, ya que es uno de los países más ricos de la tierra.

Kuwait sólo se explica por la Edad Media, y la familia reinante, Al Sabah, se explica por «Las mil y una noches» en versión del marqués de Sade en cuanto a crueldad pura y humillación teológica del hombre sobre el hombre, y no digamos sobre la mujer. Ese primor de oro y sangre, esa Alhambra negra de petróleo es lo que han ido a preservar las grandes potencias democráticas, entre ellas España, muy puestas de grímpolas, gallardetes y misiles. El gran economista Galbraith, el último intelectual rojo de América, en vista de que Bush no le escuchaba, se ha venido a España a decir sus verdades: que con el embargo bien llevado hubiese sido suficiente para controlar a Sadam. Bush ha sido más partidario de extender la democracia en Oriente Medio dándole una mano de sangre para el enlucido, que siempre se nota. Bien, vale, pero ahora esperábamos que continuase su tarea democratizadora, libertadora de pueblos, desanudando la tiranía kuwaití. Pero ya Reagan nos lo dijo a los españoles cuando Tejero: «Eso es un asunto interno de ustedes». Para Bush, el bajalato sangriento, clamorosamente injusto, de Kuwait, también es un asunto interno. La democracia de Bush termina donde comienza a manar el petróleo. Hoy habría que redimir a Kuwait de Kuwait, proteger a los kuwaitíes contra su propio país, resolver la guerra del hambre entre la familia real y dos millones (todo el país) de menesterosos medievales. Sadam, con su torpidez y codicia, ha venido a favorecer y estilizar por contraste lo que no es sino un emirato que ruboriza al siglo XX. La familia mártir, la familia reinante y sagrada, que no acaba de volver de su exilio sonriente, por si las flais, ha recuperado, de pronto, gracias a la guerra, el amor de su pueblo, por esa negra conjunción familia/raza/patria que sale siempre acendrada de todas las guerras, cuando no es el origen de éstas. La Cruzada occidental y española por la democracia universal se ha detenido de repente ante las puertas del palacio real de los Al Sabah. Pero ahora el mundo lo sabe: eso, esa mierda de monarquía paleofeudal, toda de príncipes verdugos, es lo que ha defendido Occidente en el Golfo Pérsico y González en las Cortes.

Al pueblo español, enterado o intuitivo, ha sido difícil hacerle sentir el patriotismo kuwaití o la generosidad a lo Tirant lo Blanc por ese pequeño bajalato lejano, ruin y legendariamente millonario. Hay clases y causas que la gente no acaba de sentir, hombre, por algo será, aunque en España nos hayamos divertido mucho con las madres y novias que no querían poner sus hombres al servicio mortal de una familia árabe, sagrada y sanguinaria. Otra cosa no, pero este pueblo nuestro tiene la intuición natural de la justicia. Bush dice que ha liberado a América del «síndrome de Vietnam». ¿Y el síndrome/Kuwait, jefe?

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