Artículos Francisco Umbral

Celia Villalobos


Celia Villalobos, diputada del PP y chica telva, no le gusta cómo lleva los asuntos sociales doña Matilde Fernández. Pues qué mona.

Dice Celia Villalobos que hay que investigar eso y que doña Matilde, la ministra, no reparte bien el dinero que se le asigna para necesidades y necesitados sociales. Naturalmente, Celia Villalobos tiene un sentido mucho más común y acreditado de la justicia social, que es el de la derechona. En este país, la justicia social es un negociado que ha llevado siempre la derechona, marquesas en el paro, gobernadoras tricotosas, viudas con inquietudes y señoritas bien/bian con un touche embrujo de Sevilla en su alma caritativa, en su cuerpo sobrealimentado, católico y español. La derechona, a la justicia social la llama caridad, que queda menos belicoso y no suena tanto a «La Internacional», que la derechona tiene mucho gusto para la música y hasta organiza óperas y recitales de Plácido Domingo y la Caballé, ahora por el fin de año, por recaudar para los chinorris y niños poliomielíticos de Entrevías, ésos que montan en bicicleta herrumbrada con un solo pedal, ya que el otro pie lo tienen seco. Las señoras de la Conferencia y las chicas telva es que tienen un sentido muy navideño de la justicia social y se pasan la vida en rosa haciendo una revolución de crismas. Celia Villalobos la que más. Hasta fue a la manifestación progre Anticorcu, más por molestar un poco al PSOE que por solidaridad con todos aquellos rojazos maricones y zumbados.

Desde una educación de mucho calcetar para Auxilio Social, que es lo que veía en casa, Celia Villalobos, claro, no comprende que el socialismo quiera alguna vez hacer justicia social, hala, sin caridad ni doctrina ni catequesis ni rosario en familia con los chabolistas. Las Celias Villalobos o guapa gente de derechas practican una justicia social de punto de ochos, y ahora la musa joven y guapa del pepefraguismo se permite enjuiciar, criticar e investigar lo que hace la ministra de la cosa, sólo porque lo hace de otra forma y sin casar primero a los padres para donarle una fajita al niño, que se le enfría la tripilla. El gran partido de la oposición de derechas siempre ha abundado en bravas mujeres españolas y cristianas, en recias hembrazas, mujeres fuertes de la Biblia, como doña Isabel Tocino (un poco languideciente desde la retirada de Fraga), que, naturalmente, puestas a hacer política son mucho más lanzadas que ellos, van como motos y dicen muchas más tonterías y delicatesen verbales y profiterols políticos que sus maridos o jefes. Ahora le toca a la bella Celia Villalobos, con su pelito corto, su modelito telva, como una neofraguista de diseño, y su acento de Serrano para decirle una palabra más alta que otra a doña Matilde. Yo no sé si doña Matilde lo está haciendo bien o mal, pero en todo caso lo hará desde supuestos de izquierdas, socialistas, lo hará desde el sentido de la justicia social y no desde el sentimiento de la caridad nacionalcatólica y navideña. No es el sentido de las asignaciones lo que Celita quiere corregir, aunque eso diga, sino el sentido mismo de una política social que la derecha no ha entendido nunca y no ha practicado sino como catequesis para adultos malmaridados, parejas de lumpem sin papeles y prótesis sentimental de su propia mala conciencia.

Si ese Ministerio lo está haciendo mal, críticos tiene la sociedad, el partido y el propio Gobierno para corregir o denunciar errores, pero Celita Villalobos, con su biografía de tul ilusión, y desde un partido que ahora pide el toque de queda contra las víctimas de la droga, no tiene ninguna autoridad ni ningún derecho. Aunque dado que viene la navidad (ahora es navidad desde octubre, que la traen los anuncios de jijona y la tele), concedámosle a Celia, amor, una tregua prenavideña para que haga sus buenas obras de misericordia, que son sólo catorce, y diga sus cositas. Mona.

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