Artículos Francisco Umbral

Bajo palio


Al fin sabemos para qué sirve don Narcís Serra, por qué está ahí, qué rayos hace en la cúpula del invento. Para hacer la ofrenda al Apóstol Santiago e inaugurar el Año Jacobeo, que va a ser este 1993. Sólo que Franco, a estas cosas, iba bajo palio, y don Narcís ha ido apelo. Se nota , que son socialistas en que no tienen clase y no saben montárselo.

Claro que el vicepresidente del Gobierno ha ido a Santiago en nombre de Su Majestad el Rey, y por otra parte, ha tenido buen cuidado en precisar que el camino de Santiago fue «forjador de la unidad cultural de Europa», o sea que dejó la cosa en términos laicos. Pero ahí estaba Monseñor Antonio María Rouco, arzobispo de Santiago, para contestarle, como así lo hizo, que el Año Jacobeo debe ser «un camino para recuperar la fe católica». No puede uno, señor vicepresidente, irse a las barbas del Apóstol para laicizarle, porque en seguida sale el arzobispo y te da una catequesis. Lo cual que al final fue una ceremonia jacobea, religiosa, nacionalcatólica, lo de toda la vida, sólo que el señor Serra no entró ni salió bajo palio, o sea que están haciendo las mismas cosas que el César Visionario, pero a pelo, como digo, y dejándose reñir. Franco protegía a la Iglesia a cambio del palio, y no sé qué connotaciones freudianas le encontrará a eso su biógrafo GonzálezDuro, como se las ha encontrado al caballo del Caudillo. Pero los socialistas están pactando con los obispos sin palio ni nada, a partir de un Estado laico. Narcís Serra acaba de inventar el nacionalcatolicismo, que ya estaba inventado.

¿Y por qué quiere el PSOE hacer nacionalcatolicismo? Uno cree que esto entra en su plan general de hacer también la política de la derecha, de hacerle las cosas a Aznar, por no dejar yarda española sin cubrir. El PP va teniendo cada día menos sentido a medida que el Gobierno hace también la política que haría la derechona. Esto quiere decir que los cien mil hijos de Fraga (y creo que me paso) no van a llegar nunca al Poder. Felipe González, a medida que se acerca a un presidencialismo omnipresente, va incurriendo de modo inevitable en las formas y fórmulas del caudillismo, que es el modelo más adecuado y reciente para un hombre con tanta voluntad de poder como nuestro primer ministro. Claro que de momento a él le resulta demasiado fuerte ir a darle botafumeiro al Señor Santiago, y entonces manda al pobre Serra, con el que no saben qué hacer, pero que de pronto, mira, te cubre un hueco, y se apaña muy bien para hacer aseadamente este trabajo sucio de inaugurar Años Santos. Quizá después de las elecciones, cuando Felipe se decida aencabezar abiertamente el nacionalcatolicismo rampante, yo sé que exigirá palio, como su antecesor, porque González sabe hacer las cosas y cuadrar a los obispos como cuadra a los generales y a los banqueros que primero le cuadraron a él.

Ahora que se ha cumplido la década, lo que tenemos no es más socialismo, más justicia, más reparto, más igualdad, más pan blanco, sino un entendimiento progresivo con el dinero, los empresarios, las multinacionales y, al fin, con los archiarzobispales, para que a las derechas, ya digo, no les quede programa ni discurso, ni una mano ni un amigo ni un favor. De momento, ahí está el señor Serra, en Santiago, prestigiado de arzobispos, inaugurando un Año Santo. Si el 92 fue el año de las Olimpíadas y el AVE, el 93 va a ser el año de los atletas de Cristo, los campeones de la cristiandad y el Apóstol Santiago llegando en el AVE a fundar España. En tanto, el vicepresidente, ese señor sobrante, declara inaugurado el Nacionalcatolicismo y, como no le pusieron palio, se fue a la estación con un paraguas.

Comparte este artículo: