Artículos Francisco Umbral

Joselito


A Joselito le han sacado a hombros, en la de Beneficencia, porque ha matado seis toros él solo. Yo a esto no le veo mayor mérito, porque esto lo viene haciendo Felipe González todos los días, y nadie le saca a hombros por la puerta grande de la Moncloa. Ya se sabe que las multitudes son injustas, incomprensivas y caprichosas. Los seis cinqueños con que se ha encerrado González en el tentaero de la Moncloa son los dos nacionalismos, los dos sindicatos, Izquierda Unida y los empresarios. Y los ha ido lidiando uno a uno, liampiamente, de manera que en las elecciones no ha sacado mayoría, sino algo mucho mejor que la mayoría, o sea la integración/supresión del problema catalán, la integración/supresión del problema vasco, el desconcierto de los sindicatos, el corte total a IU, que es que ha sido un corte, y la pacificación de los empresarios y los ricos, que creen en Pujol como las chicas telva y las modernas del Opus en el Papa. España queda mucho mejor arreglada que antes de las elecciones. Otra mayoría mayoritaria sólo le hubiera servido a FG (para qué hablar del PSOE, que aquí no pinta nada) para seguir teniendo enfrente a los nacionalistas, los sindicalistas y los rojos. La fórmula del pluralismo y la colaboración le sirve para integrar a quien le da la gana, y la cartera que parecía para Sartorius se la da a Roca. De un torero así lo menos que se puede decir es que es un gran político. De un político así lo menos que se puede decir es que es un gran torero. Un gran político, sí, aunque a la vez sea un manos y un ambiguo que nunca se sabe si miente diciendo la verdad o se confiesa mintiendo. Joselito le hizo a cada toro (eran de distintas ganaderías) una faena diferente, la faena adecuada, y González le ha hecho a cada interlocutor (que también eran de distintas ganaderías) el trabajo de capa, muleta y banderillas que requería. La verdad es que Pujol venía muy picado por el varilarguero Roca, tan apasionado por ser ministro en Madrid que hasta ha estudiado un poco de gramática y ha suprimido los «dequeísmos» de su discreto discurso. Se lo agradezco como escritor y como votante. La verdad, asimismo, es que los vascos vienen muy picados por Corcuera y Mitterrand, dos varilargueros que están acabando con el toro del terrorismo, y eso es un peso que se le quita de encima a la derecha vasca. Por fin no van a ser «los presidentes de una guerra civil», como hubiera dicho don Manuel Azaña. Izquierda Unida, asimismo, venía muy picada y banderilleada por el infarto de Anguita y el posibilismo de Sartorius, de modo que se entregaron a cambio de nada, lo cual habrá hecho sonreír al califa, roborándole en su filosofía ortodoxa e inamovible. Los empresarios le comen a FG en la mano, que son pastueños, y ahí era fácil cortar oreja y hasta el rabo. En cuanto a los sindicatos, Nicolás Redondo trae sobre sí el rejonazo de la jubilación, que con eso no contaba, aunque uno cree que Napoleón Bonaparte puede ser derrotado, pero jubilado jamás, y Redondo es el Bonaparte del sindicalismo obrero español.

Si a Redondo lo quieren retirar por viejo (maniobras de FG), a Antonio Gutiérrez me temo que pretenderán invalidarle por menor de edad. A lo que aspira FG es a un sindicalismo vertical y va camino de conseguirlo. Sólo le falta meter a Emilio Romero de director de El País, que es el Pueblo del nuevo nacionalsindicalismo, y en parte con la misma gente. Hablan de modernizar nuestro sindicalismo, pero lo que buscan es un sindicalismo entre la Thatcher y José Antonio. Lo que ha resultado de la movida electoral es la consagración de una nueva derecha, inédita en España, una derecha de diseño que va a molar mucho en Europa y que FG está muriendo a su imagen y semejanza. En las elecciones se enfrentó la vieja derecha que besa la mano a Wojtyla con la nueva derecha que inaugura la Almudena entre abucheos. Felipe tiene mucho de Joselito, pero del antiguo, del bueno.

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