Bacilar con be
Los políticos son todos iguales, aparte las distinciones de partido, que no sirven para nada o están montadas sobre el error. Felipe González, cuando empezaba a agonizar bajo la balasera de las derechas y los bancos, se sacó aquello de los vídeos y los dóberman.Era una manera de defenderse en el sótano de Hitler contra la derecha invasiva. Ahora, José María Aznar, en igual tesitura, trata de defenderse con vídeos y panfletos, de un mundo que le olvida con velocidad vertiginosa. Hace 10 o 15 días estuve cenando en casa de Aznar. Fue el Aznar hermético y observador de siempre.Sólo conseguí arrancarle una carcajada en toda la noche. Vivía como con un cabreo interior que resultaba demasiado evidente por tópico y reiterado. Después de cenar me enseñó la biblioteca, muy hermosa, dedicada mayormente a los libros de Historia. Ahora pienso con cierta angustia que aquel Aznar tenía ya en proceso de fabricación el vídeo terminal y equivocado que luego ha lanzado, como un explosivo de palabras, a todo el país alegre y confiado. No es él sólo. Esta democracia principia a bacilar con be por todas partes. De vez en cuando, en esta guerra fría de nuestra política, alguien nos tira una bomba como un petardo terrorista, iniciando así la gran petardá. Todavía estamos sobreviviendo de los errores y amenazas de Ibarretxe, cuando entramos ya en los errores de Aznar. Aquí, como en Irak, resulta que todos tienen la bomba atómica, aunque no la tenga nadie. En mi visita, aludida más arriba, no llegué a poner los pies sobre la mesa de Aznar y ahora me alegro: me los habría cortado. Peces-Barba y Pilar Manjón parece que no se casan. Él se ha vuelto a su retiro austero y distante de la Universidad Carlos III y ella prodiga sus apariciones y desapariciones como una Virgen de Lourdes o de Fátima. Ya no tiene mensaje para el futuro ni para el Papa, porque tampoco hay Papa, de modo que se repite un poco monótona y es la llorandera que siempre sacan los clásicos españoles, esa gran llorandera que repite un eficaz guión y pasea su belleza enlutada por los andenes de Atocha y los andenes del cielo. Ahora que nos hemos cargado la política democrática, tenemos que volver a la guerra de guerrillas, que es la gran aportación de España a la ciencia militar, y si no que lo diga Clausewitz.Sólo que la guerra de guerrillas ya no la practicamos como en tiempos de Goya, sino que hemos sustituido los cuadros de nuestro gran maestro por vídeos muy ingeniosos y falaces que fabrica cualquier político en cuanto le llevan la contraria. Adolfo Suárez decidió presentarse a las primeras elecciones realmente democráticas, pese al consejo negativo de Carmen Díez de Rivera, que no era una llorandera como la Manjón sino un gran político como su padre, pero de izquierdas. Y naturalmente, ahí empieza la inevitable caída de Adolfo, que tuvo la elegancia de no hacer un vídeo contra los enemigos. Es Felipe González, seguidamente, quien inicia la guerra cuando la ha perdido. Los tejeros hicieron la guerra carlista y Fraga nos dejó un heredero del tamaño de un vídeo.Ahora nos llega el vídeo por correo. El vídeo es la eterna bronca española y atroz pasada por la cosa digital.