Zapatero, de largo
El señor Rodríguez Zapatero ha descubierto que el que da dos veces y todo eso, de modo que arranca con septiembre y se pone de largo ante/contra el Gobierno. Dice que «tenemos un Ejecutivo sin impulso político», pero eso no se le puede decir a un Gobierno que ha de enfrentarse a un crimen día sí, día no. Muy pocas alusiones, en el discurso municipal de Zapatero, a la «guerra» de ETA. ¿De verdad cree este chico que con semejante plaga bíblica se puede gobernar? La juventud no es más que un trámite, como dijo el otro, y esperamos que al brillante Zapatero se le pase pronto ese lastre juvenil. Pocas alusiones a ETA, ya digo, en su inesperado discurso minero, o ninguna. Ya la elección de una mina como escenario para su primera asonada, con el pañuelo del gremio al cuello, responde a un buen montaje. Al nuevo PSOE le sobra juventud y le falta socialismo. Aznar también empezó haciendo estas gracias, pero la vida le ha madurado en piedra. Aznar, que, según Zapatero, «no tiene respuesta». ¿La tiene él para los etarras? Pues venga. Asimismo, Aznar carece de capacidad de diálogo. De lo que carece Aznar es de fe simplista en los diálogos con ETA o sus carteros. Si hemos tenido un agosto sangriento y «una ETA desesperada», es precisamente por la respuesta muda y heroica de los concejales del PP, muertos o vivos. Esa desesperación o ese desconcierto de ETA, esa prisa, es consecuencia directa de la mejora general de España, de la toma de posición españolista que se acusa clamorosamente hasta en el País Vasco. Pero todo esto le parece a Zapatero falta de respuesta. Pues que pida el estado de excepción, hombre, que a los jóvenes se les perdona todo. Se anuncia un grave secuestro en Madrid, pues los terroristas necesitan dineros y rescates. Estamos rodeados, pero el señor Zapatero encuentra al Gobierno un tanto apático. Buena oportunidad, este bajío de la seguridad, esta galernada del terrorismo, para llenar de mierda al hombre que acaba de ganar diez millones de votos. Zapatero todavía cree en los «consensos». Juventud, divino tesoro, que afortunadamente se derrocha pronto. Las decisiones económicas son equivocadas, exactamente, desde un punto de vista socialista, que es el nuestro, pero han resultado de muy evidente poderío para el Estado, y he aquí lo que exaspera al terrorismo, cuyo único objetivo es siempre el Estado, cualquier Estado, como muy bien sabe Zapatero. Un líder nuevo y esperanzador, como este chico, habla como si estuviésemos en un país normal, como si no viviéramos bajo el ominoso cielo terrorista. O es un olvidadizo o su primer gran discurso nace de la mala fe. Hoy, el enemigo común de España es el terrorismo, y Zapatero lo sabe y lo siente así, como español. Pero ahora decide iniciar una campaña de agresividad socialista, nueva en el fondo y en la forma, «sin hipotecas» (Caldera). Zapatero tiene que hacerse en este otoño publicitario una imagen de líder socialista, la que todos deseamos, pero no galvanizando los trucos y mañas de los viejos padres procesales del partido.