Artículos Francisco Umbral

Anguita / Zaratustra


Tras el burocratismo de Aznar y el electoralismo de Borrell, el líder de IU, Julio Anguita, en hora tardía y con crepúsculo de murmuraciones, dio el martes en las Cortes la gran lección política de la jornada, puntuando los asuntos urgentes y consensuables, analizando seriamente los problemas y exponiendo con serenidad e hidalguía las verdades del barquero, que son las que nunca se quieren oír. Y todavía dicen que este hombre está en las acreditadas nubes, que es un utopista y no vive en este planeta. Le llaman loco. Siempre la verdad es loca. Hace pocos meses paralicé a una entrevistadora de televisión, Isabel San Sebastián, cuando, en trance de definirme, le confesé que soy de Izquierda Unida, de Julio Anguita, en funciones de socialdemócrata. Y es que al gentío le parece increíble que una persona que se lava los dientes y renueva sus ideas pueda estar con ese zumbado. Ya la labia sevillí de Felipe González se encargó durante años de no dejar a nadie a su izquierda, difundiendo la especie de que Anguita era un predicador en el desierto, un Zaratustra para licenciados/licenciosos con el reloj parado. Y he aquí que los obreros se lo creyeron y por eso no tiene votos. ¿Fueron los del proletariat engañados por Glez.? Sí, pero no sólo eso. Anguita no tiene proletariado en el partido ni en las elecciones porque ya no hay proletariado. Quiero decir que las clases obreras perdieron hace mucho su conciencia de clase, que la gente «artesana», como decía mi abuela, ha sido corrompida también por el consumismo capitalista, que ya no se hacen huelgas generales y que el sindicalismo se jubiló en este país con Marcelino Camacho y Nicolás Redondo. Todo lo cual explica que Anguita, el mejor político y el más honrado de España, no tenga audiencia en las Cortes, porque no tiene votos en la calle. Los periódicos han contribuido mucho a la caricatura de Anguita y de esta manera se viene bloqueando el discurso social más coherente y digno de nuestra democracia, porque el PSOE, este PSOE, no es el de la República, y prefieren pactar con el nacionalismo burgués de la periferia mejor que hacerlo con su primo/hermano de ideología y hasta de sangre: la derramada en la guerra civil. La penosa carrera del enfermo Julio Anguita, que tiene de don Quijote y de Averroes, físicamente, hasta casi el exceso, y de cualquier hidalgo las maneras, la paciente insistencia del noble perdedor tuvo el martes otro capítulo crepuscular, porque Anguita habló de esa rinconada del tiempo a que le condenan sus bases (o la escasez de sus bases) y se dirigió a la izquierda oficial ofreciendo nuevamente un pacto de izquierda, oferta que se perdió entre el spleen de Borrell y la beocia de Almunia. El proletariado español, insisto, no se entera porque ya no hay proletariado. El capitalismo sociológico ha convertido al obrero en un burgués de manos sucias que prefiere una chapuza a destiempo mejor que una huelga a tiempo. Como más o menos decíamos ayer en esta columna, los socialistas y la derecha juegan a los chinos con el europoldo y no salen de ese juego. El hombre que tiene un programa para España, libre de compromisos y alianzas inconfesables, es Julio Anguita, pero los impacientes de cargo se le fueron y los obreros no se enteran. A Anguita sólo le quedan cuatro intelectuales y cuatro rojos. Su sitio no es el Parlamento. Su sitio son las barricadas.

Comparte este artículo: