Artículos Francisco Umbral

Morán, sí


Nuestro Fernando Morán traía a las primarias la floritura de Carlos Saura, Mercedes Milá, Muñoz Molina, Luis Carandell y mucha más gente, en plan intelectual. Alguien me había dicho: «Tu Morán no tiene nada que hacer». Y otro alguien: «Morán es un hombre muy enfermo». Pues ya ven. Primero Borrell y luego Morán; quienes vemos sin bandería ni talibanismo que los felipismos mueren, conservamos la vista clara para ver venir a los que, nuevos o viejos, representan la garantía, la voluntad y hasta la gracia de la izquierda. Han ganado ya dos de mis caballos. Los cojos se ve que tenemos buena mirada para estas cosas. Antes se pilla a un mentiroso que a un cojo, y yo no corro ni miento, sino que observo, calibro, espero, escucho mayormente al personal, eso que maestro d`Ors llamó «palpitaciones de los tiempos». Leguina, en lugar de intelectuales traía organillos. Con Morán vuelve Tierno y con Leguina volvía Antoñete, que estuvo muy bien en Las Ventas, pero muy bien como jubilado, dando pases de la tercera edad. A ver si con un poco de viagra, Antoñete, hombre. Que se lo digan a sus viudas en vida. Está claro que las bases lo tienen claro. A Borrell le ha puesto el aparato muchos palos en las ruedas, pero tiene a Cristina Narbona, que le va a ayudar a quitar los palos. Las mujeres son muy hacendosas para eso. Me llama Carmen Díez de Rivera desde Bruselas para celebrar a Morán y quitar palos. En Borrell encuentra el proletariat sociata un hombre joven y sincero -incluso naïf a veces-, algo que les hace olvidar todas las lobregueces del felipismo, que poco a poco van disipando las claraboyas periodísticas. En Fernando Morán encuentra el proletariat la memoria de Tierno, la utopía cuatrocaminera del 82, que el propio Morán ha invocado después de ganar. Aquel socialismo puro de oliva que se ha ido deteriorando desde dentro y cuyo paso por los tribunales es ya garantía de Ley y de que entre los pucheros anda Montesquieu. No pedimos penas ni venganzas. Pedimos que conste en acta y nada más. Se pasó la hora de los manos que lo mismo te hacen un vídeo que te abren una cuenta bajo los tilos de Zúrich, en uno de aquellos grandes Bancos que sirven para estas cosas. Hay un PSOE renovado que muere, que se ha quedado ya en el aparato, o sea en los huesos. Tendrá que partir a medias con otros nombres más brillantes la victoria sobre la derecha. Si Felipe González dicen que fue culpable por intromisión, Aznar es culpable por omisión. El socialismo es un viejo sueño, una vieja experiencia de los poetas y los trabajadores, y de sus fondos populares siguen llegando intelectuales como Borrell y Morán que no se resignan al pacto europeo de Norberto Bobbio entre liberalismo y capitalismo, cuyo enunciado no es sino un pleonasmo para tranquilizar en principio al propio Bobbio y luego a los banqueros españoles que ahora patrocinan a Gutiérrez Solana, porque la gran cultura es el éxtasis del dinero. Contra la opinión organillera que glosaba a Leguina en los pianos mecánicos, hemos ganado unos cuantos mal llamados intelectuales que soñamos un Madrid humanista, una ciudadanía de pipa y chalina, más ensayismo y menos furbo, más cultura en la calle y menos cultura oficial. Más cultura viva y menos cultura de centenario, o sea. Cojo y todo, me están saliendo todas las primitivas. El daguerrotipo de González en el juicio tiene delito, tiene multa, pero es la muerte del cisne, el hombrecillo de los gansos, como los de Wassermann, que se ha quedado sin Leda, sin Ingres y sin carisma.

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