Artículos Francisco Umbral

¿Gallardón?


La Autonomía o Comunidad de Madrid no tiene por qué ser una perla de la Corona gubernamental, aun cuando se sustenten en el mismo partido o ideología. Así lo ha entendido Alberto Ruiz-Gallardón, conduciendo siempre sus gestiones en avanzadilla de lo que pudiera haber sido la propia gestión del Gobierno y procurando la permuta con otros partidos, permuta siempre beneficiosa para la política en general y para el político en particular. Sólo un aznarismo acérrimo puede ver en Gallardón un cuerpo extraño dentro del partido; Gallardón es el mutante que le permite a la derecha ampliar los campos políticos en todas direcciones. Entre el socialismo casta de Leguina y el tradicionalismo rampante de Alvarez del Manzano, se comprende que Gallardón encuentre algunas afinidades en la izquierda y le fallen otras en la derecha. El actual presidente de la Comunidad quiere ser presidente del PP, cosa que él mismo confiesa. Esta vocación y esta dirección de su política no permiten a los analistas y glosadores decir, como están diciendo, que Gallardón es un infiltrado de la izquierda, pues en este caso le habría sido más rápido sacar otro carnet y no el que tiene. Por otra parte, la Comunidad de Madrid, capital de España (de momento) no puede encerrarse en ninguna ortodoxia de partido, cosa que provincianizaría su gestión. Gallardón ha entendido muy bien que Madrid tiene una herencia de capitalidad de España, y por tanto tiene abiertas sus puertas, de Puerta de Hierro a Puerta de Toledo, a todos los españoles y extranjeros, a todos los partidos y partidarios. No se es presidente de Madrid para hacer madrileñismo, sino más bien para hacer Madrid soluble en las Españas. Esa es la mejor manera de luchar (sin lucha) contra el exceso de los nacionalismos. España, país de asilo. Madrid, país de asilo de españoles o para españoles. Esta altura de visión, esta amplitud de enfoque no puede rebatirse -todavía- con la anécdota del caballo Remondo, que eso sí que es hacer madrileñismo costumbrista y política de chistes. Es posible que Ruiz-Gallardón, en su apertura política al mundo, haya sido víctima de algunas decepciones (que los periodistas no le perdonan, como si no tuviera bastante con la decepción), pero esos contrapiés valen por todo lo que el joven político ha hecho, en su entendimiento ecuménico de Madrid que le viene de Tierno Galván, aunque a él le está vedado citar a aquel alcalde (por eso lo cito yo). La cremación intelectual que la izquierda y la derecha han realizado con la imagen de Tierno nos impide ser más explícitos en este tema. El PSOE persigue a Piqué y el propio PP persigue a Ruiz-Gallardón. Esta caza del hombre podemos añadirla a la guerra civil de los chistes, de que hablábamos aquí, y tendremos un cuadro completo de la política de baja intensidad que se está haciendo en España. Me pregunta una alta dama por quién voy a hacer campaña: - Mire usted, señora, yo por Borrell, coño, por Borrell.

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