Artículos Francisco Umbral

La foto del Papa


Como ustedes saben, Paco Vázquez tiene ahora su destino en Roma, en el Vaticano, como embajador de España ante el Papa. En la despedida, el señor Zapatero le ha encargado que le consiga una foto con el Papa, en Valencia a ser posible. ¿Y para qué quiere un presidente socialista la foto de un Papa teologista y múltiple? Seguramente, para nada, para eso, para tener la foto de la foto, porque sabemos ya hace un tiempo que Zapatero es un presidente de gestos, de actitudes, que colecciona fotos, diplomas, regalos y estilográficas de ésas que valen para un Papa, para un presidente y para un embajador, pero también para un vendedor de estilográficas. Lo de la foto del Papa lo habrá dicho Zapatero con su ironía de ojos azules o con su ingenuidad también de ojos azules. Pero parece que lo ha dicho. Definitivamente, Zapatero cree en la instantánea, en la foto inesperada, en el efecto grácil de la fotografía, que no compromete a nada porque puede ser casual, pero que garantiza un buen efecto de entrada. La vida oficial del presidente está llena de instantáneas sin carrete, de fotos que él se ha hecho en máquinas que sospechaba huecas, e incluso sin máquina. Hay gestos, poses, actitudes que deja pasar la televisión, como esos minutos o segundos a la puerta de La Moncloa, con un guerrillero, con un patrullero, con un desconocido o con un viejo amigo íntimo sin cara de intimidad. Hay presidentes que nos salen así, muy fotogénicos, y entonces se hacen la foto con Dios o el Diablo, con el último que llega.Y hay otros que se la hacen de mala gana porque no creen en la inmortalidad de la foto o, sencillamente, no creen en la inmortalidad. Zapatero multiplica su inmortalidad por las fotos que tiene con cada grande de la Tierra, y siempre sale ganador. No hay mucha coherencia en esto de que un presidente socialista encargue con prisa la foto del nuevo Papa Ratzinger para ponerla solitaria ¿en qué altarcito de La Moncloa? Allí han podido dejar fotos quienes ya sabemos. Pero lo cierto es que la actividad numerosa y ejemplar de Zapatero se reduce a una sucesión de improvisaciones, golpes de efecto, viajes y vuelos sin motor, etc. Quizá lo de la foto con el Papa se le ha ocurrido en el momento en que el socialista Vázquez se despedía camino de Roma, como un peregrino, que todos los gallegos lo son un poco por atractivo de la piedra floreada de Santiago. Vemos así cómo se nos va completando la autobiografía y la imagen de un presidente que a veces juega a comportarse como un niño por el gusto de sorprender a los españoles y porque cree en el don de las improvisaciones benéficas siempre que estén reservadas a él. En cierta revista improvisaron una vez, por gusto del director, una foto de Pablo VI que aparecía medianeado por la esposa del jefe. Claro, que se trataba de un fotógrafo muy listo, que en otra ocasión, habiendo hecho la foto del periodista Sampedro con Ortega y Gasset, en Alcalá, luego no le gustaba Sampedro, que realmente era feo, y lo convirtió en un árbol. Lo cierto es que la Hisoria no la escriben los vencedores, como se ha dicho, ni los vencidos, sino algún anónimo fotógrafo.

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