Viejos de España
Viejos de España, espuerta de huesamen, viejos pobres de pueblo o de Entrevías, que no son ya más que su boina, su cigarro y su bragueta amarilla. Viejos bordados de moscas a los que no llega el cáncer ni el subsidio, porque los señoritos de Madrid andan discutiendo de números y todos echan la cuenta electoral, que es la que les conviene, para saber cuánto le pueden prometer a la tercera edad sin pillarse los dedos de manicura. España es el único país donde se ve envejecer a los viejos esperando un tranvía que ya no pasa. A los ricos no les ves nunca, que envejecen entre la finca y la capilla, con una monja al costado, como ángel de la guarda que no se lava. Los viejos de clase media promisean el tercer milenio en las residencias con hormigas devorantes. Algunos ya se llevan muy bien con las hormigas. Las han enseñado a no entrar al mismo tiempo por el orificio nasal de la izquierda y el de la derecha, que eso ahoga mucho. Se tapan el otro orificio con un algodón y las hormigas hacen fila hasta llegar al paladar, donde el anciano las deglute como si fueran cabello de ángel. El cabello de ángel no está en el menú de la piadosa residencia, pero es lo mismo. Almunia ha denunciado el escándalo de unos subsidios que no suben, estando como estamos en tiempo de superávit. Con lo que Aznar ha empezado a anunciar déficit y paros agosteños para ir disimulando. Que dicen que Almunia había pronosticado déficit, equivocándose escandalosamente. Bien, Rato sabe más de cuentas que Almunia, pero eso no justifica que se echen atrás. Recuerdo, hace años, cuando Herrero de Miñón presentó un informe técnico muy duro contra el PSOE, y Almunia le dijo: «Cállate, que tú eres de letras». De letras o de ciencias, de derechas o de izquierdas, nadie quiere echar una mano a los jubilados, y lo que se maneja ahora son dígitos electorales, ingencias de voto comprado con ilusiones, no una verdadera voluntad de reparto o ayuda. Si en Europa les ha gustado tanto el informe de Aznar, malo, porque Europa es hoy más de derechas que la Purísima Concepción, incluido Blair. Los jubilados españoles, a diferencia de los alemanes, no van a comprarse un bungalow en Canarias para toda la vida, ni a dedicarse a la pesca de altura con el dinero y la salud del Seguro. Nuestros jubilados se cuidan el metatarso, toman frascos y salen de mañana al solecillo de septiembre, puntualmente, para que les retrate Cela con la bragueta llena de moscas, o Simone de Beauvoir, que tanta literatura hizo con la muerte, como si la muerte fuese algo más que un abandono del Estado, una distracción del Seguro o un olvido del practicante, que no llegó a pinchar a tiempo, como el Juli. Viejos de España, escoria de un capitalismo feudal, osario conversativo de un sistema de ricos y pobres, burla póstuma de Gutiérrez Solana al neoliberalismo de pádel y tirantes con la bandera española. Viejos de España, contertulios del hombre de Orce. Ahora el Papa les ha dicho que no hay infierno. Ni eso les dejan para calentarse las medulas que han gloriosamente ardido.