Las botas de Fraga
Hoy nos asombra a todos la insistencia berroqueña de Fraga en el poder. Pero el primer asombrado fue Franco cuando habló ante él un Fraga casi adolescente. El Caudillo sentenció en seguida: -A este chico que le hagan algo. Y le hicieron ministro. Pero la resistencia de Fraga Iribarne en el poder es la de todos aquellos políticos de entonces. Porque la diferencia sustancial entre democracia y dictadura consiste en que el demócrata gobierna hasta la próxima y siempre cercana legislatura. El ministro dictatorial es ministro para toda la eternidad, y eso llega a constituirse en una segunda naturaleza que le da su carácter rústico y su impulso, pues los errores de la dictadura se subsumen en que todo es un inmenso y callado error. Fraga Iribarne (por cierto que le han suprimido el Iribarne por suprimirle algo, pero sigue siendo sustancialmente Fraga) es el máximo ejemplo de político que ha atravesado mares y montañas, autonomías, nacionalismos, comunismos, socialismos y democracias no orgánicas. Fraga tiene unas botas de siete leguas y un marcapasos.Con eso le ha bastado para protagonizar la Historia de España durante muchos años. Fraga ha practicado un antipatiquismo que a los españoles se les ha hecho simpático. Quizá como fórmula de autoridad para el político. Pero ya queda dicho: los políticos de la ciudad con caballos de hierro y amante marquesa o actriz gobernaban para lo absoluto, y de ahí les venía la autoridad, la energía y la duración. Por el contrario, un político demócrata sabe que él no es sino la transición hacia otro político demócrata. Por eso reina la provisionalidad.Todo es provisional y se hace provisionalmente. Nadie manda construir un gran pantano sabiendo que la magna obra va a ir a manos de otro político igualmente pantanoso. Así es como las democracias se devoran unas a otras mientras las dictaduras son la fórmula burocrática de la inmortalidad. La imprescindible democracia debe encontrar la manera de dar solidez y continuidad a sus hombres, que ahora sólo trabajan pensando en el cargo o paridad del año que viene, cuando debieran trabajar por el aquí y el ahora. A aquel chico que deslumbró a Franco le dieron algo y él ha ido ensanchando ese algo hasta el virreinato. Fraga, además de las botas de siete leguas y el marcapasos, tiene el sentido de perennidad que Franco sabía imbuir en sus hombres más frágiles. La democracia funciona con urgencia entre unas elecciones y otras, y de ahí le viene su debilidad. Y me refiero, naturalmente, a la democracia española, que es joven, cambiante y que ahora, por cierto, no cree en sí misma. Unos nacionalismos sospechan de otros, todos los partidos sospechan de todos y el Gobierno tiene que apuntalarse en cosas tan frágiles como el cuché de la revista Vogue. Sólo Aznar parecía dispuesto a imbuir serenidad y perdurabilidad a sus Gobiernos, pero era de derechas. Por todo esto Fraga es hoy un ejemplo, aunque quizá un ejemplo negativo, de cómo funcionar con el marcapasos político, de cómo no dejar quietas las botas de siete leguas, aun con la cadera quebrada, de cómo anular la cabeza de Beiras, que parece la escultura de un loco. Fraga tiene vahídos. Fidel Castro también los tiene. Fraga proviene de una dictadura militar. Castro proviene de una revolución socialista.Ambos trabajan hasta el vahído, pero creen fanáticamente en lo que están haciendo. Nuestro modelo de político actual es Rubalcaba, la imagen de la fragilidad y la provisionalidad. ZP sólo aporta el gótico tardoleonés a una política cambiante e incipiente.España necesita un marcapasos.
