Artículos Francisco Umbral

El caminar del sol


Desde que ganamos las elecciones contra nosotros mismos estamos venga de hacer cosas para justificar el himno nacional. Quiero decir que los himnos patrióticos no tienen por misión justificar un himno sino que el himno patriótico tiene por misión justificar una patria. Por ejemplo la nuestra, que no tiene letra, o sea mensaje, y por eso al español le suena un poco duro. Y es que somos un pueblo de verdades como puños, pero ay cuando los puños se alzan contra las letras, contra los mensajes. En este país todo está explicado en la prosa de Séneca, en el verso de Jorge Manrique y en la Plaza de Oriente cuando Franco salía allí a meterse con los judíos, que no sabe uno qué coños le fallaba a Franco con los judíos. Han hecho falta muchos siglos de conquista y reconquista para que alguien echase de menos el himno nacional con sus metáforas militares, para que alguien cayese en la cuenta de que sólo tenemos medio himno: el escrito y el cantado. Don Francisco era un hombre cuidadoso en sus cosas, pero no le interesaba que el pueblo español pensase al hilo de los pensadores, sino que nos lo daba ya todo pensado. Así pudo durar tanta temporada, con himno y sin él. Al pueblo no hay que provocarle porque se las sabe todas. Creemos recordar que Falla, nuestro lírico máximo, anduvo trajinando con el tema, y algo sabía sobre eso Federico García Lorca. Se principia tomando el té con Falla en su Granada andaluza y se acaba rezando un credo poco más abajo y auspiciado por don Luis Rosales y un amigo limpiabotas. Queremos decirles a los añorantes del himno nacional que no hay himno en España porque esta música es una denuncia cantada de unos por otros y eso de la denuncia suena siempre a policiaco entre españoles. Uno, por si acaso, no movería más el tema, que tiene detrás muchos poemas malos y un millón de muertos. Ahí está Pérez Creus, poeta festivo de izquierdas, maltratado por la derecha en el Retiro a su vuelta del exilio. O Alonso Gamo, poeta clásico de derechas burlado por la izquierda en el café, poeta español y romano, anfitrión mío en Madrid. Y ahí está don José María Pemán, cronificando sus almuerzos con gente importante para descubrirnos que no es tan malo como pretendía la izquierda del 27 ensayando versos e himnos hasta acertar lo que quería el Caudillo: Triunfa España/ alzad los brazos hijos/ del pueblo español/ que vuelve a resurgir... Gloria a la patria/ que supo seguir/ sobre el azul del mar/ el caminar del sol. Para Pemán la censura era su señora y no un invento de Franco. Para Franco el pensamiento era Pemán y así iba pasando la tarde simbolista y granadí de Mallarmé. Moratinos y Exteriores, o sea la España jurisperita, el himno pone la carne de gallina, o sea que la patria es una gallina y ellos ponen los huevos. Para Rajoy, intelectual puro, el himno español está sin escribir. O sea La Marsellesa. En Europa cada himno suele tener su película y su letra. Casablanca, de Bogart, tiene galán duro, tiene patria, Francia y tiene cuernos. En España hemos logrado la patria sin himno. No le toques ya más, que así es la rosa.

Comparte este artículo: