Artículos Francisco Umbral

Intelectuales


No pude acudir al Congreso de Intelectuales de Valencia por razones (graves) de salud "Los cuerpos son honrados" dijo Max Frisch. Quizá mi cuerpo se rebelaba silenciosamente contra un Congreso donde sabía que le iban a "pegar". Porque en los congresos de intelectuales siempre le pegan a uno, siempre le pegan a alguien, y ese alguien suelo ser yo. Efectivamente, en Valencia, como no estaba yo, han tenido que pegar a otro. Hace años que no asisto a congresos de intelectuales. No me lo pide el cuerpo, que es honrado. Reagan y Gorbachov se reúnen en la cumbre y no están de acuerdo en nada, pero no se pegan. Los de la ONU, los del Mercado Común, los consejos de ministros se reúnen todos los días, y tampoco suelen estar de acuerdo en nada, pero no se pegan. Los nuevos teólogos discuten, con el Papa, pero no le pegan. La UCD tuvo un congreso cataclismal donde se hizo astillas el partido, pero nadie pegó a nadie. Y los comunistas lo mismo. Nadie ha pegado a Carrillo. Los únicos que se pegan son los refinados y exquisitos intelectuales. La cosa tiene tradición. En los cincuenta hubo un congreso de poetas en Segovia y dos ilustres intelectuales se dieron de bastonazos. De entonces acá la movida no ha parado. A mí no me ha amenazado nunca de violencia ningún político (que es la clase que peor trato), sino algún intelectual. Dijo Sartre que el artista es el parásito del príncipe y que, cuando desaparecieron los príncipes, el intelectual, el artista, el poeta, se erigió en príncipe de sí mismo.Eso es lo que les pasa. Que están histéricos de haber perdido todo poder sobre la Historia y la sociedad. Y por eso se pegan. La violencia es el atributo de los más débiles. Estoy haciendo una versión española, por encargo, de El carro de las manzanas, de Bernard Shaw. Es una comedia paradojal con un rey más audaz y más político que su Gobierno socialista. Pero detrás de todos ellos está Roturas SA, la gran industria pesada de la destrucción/ construcción, que es quien realmente gobierna el país (Inglaterra). Hoy, los políticos y los intelectuales saben que detrás de todos nosotros está Roturas SA, gobernando, pero los políticos hacen mejor el juego (porque aspiran a integrarse en Roturas SA), y los intelectuales, ebrios de sus propias palabras (no tienen otra cosa), se pegan. Alberti, Cela y García Márquez, los más expertos, no acudieron a Valencia. Salvo las primeras sesiones tecnológicas, donde estuvieron Cebrián y la Miró, lo demás ha sido el ruido y la furia. González Seara ha escrito un interesante libro sobre la transición donde nadie se pega con nadie. Los matrimonios se separan por Zarraluqui, pero ya no se tiran la vajilla de Manises a la cabeza. La filosofía, hoy, reflexiona sobre la imposibilidad de filosofar. La novela ha sido sustituida por el cine, el cine por la televisión, la televisión por el vídeo y el vídeo por el videoclip. Lenguajes visuales, primitivos y lacónicos. Qué lejos queda la palabra. En los congresos literarios no se habla de literatura, sino sólo de política. El intelectual sigue agarrándose a la casaca del príncipe, que hoy es el político. Cada uno se pega por su príncipe. Dijo Baroja que da como vergüenza llamarse uno intelectual a sí mismo. Ahora comprendo que no fui a Valencia no por estar internado en el Ruber, sino por miedo a que me pegasen. Los intelectuales, como no creen en sus propias palabras, siempre se pegan.

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