¿CÓMO CONOCISTE A UMBRAL?


La Fundación Francisco Umbral junto con la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Majadahonda, lanzarón esta iniciativa durante el primer confinamiento que sufrió toda España por causa del Covid 19.

Entre los meses de Marzo-Junio 2019 y experimentando este encierro, fueron muchas las personas que nos enviaron su historia. Todos ellas, valiosas, originales y emotivas. Unas de talla más literaria, otras, simplemente recogen una vivencia en tono coloquial y algunas acompañadas de fotografías que inmortalizan el momento o el sentimiento. Las iremos publicando mes a mes en nuestra web. Esperamos que disfrutéis de estas historias como nosotros lo hemos hecho. ¡Muchas gracias por participar y hacernos revivir a Umbral! .


José Besteiro

José Besteiro,¿Cómo conociste a Umbral?

José Besteiro nos narra en su nuevo libro `Francisco Umbral, libro de instrucciones´ como conoció a Umbral.

Literariamente lo descubrí en una peluquería leyendo un artículo suyo en una revista de humor, pero personalmente lo conocí en Madrid en los bajos de El Corte Inglés de Callao mientras presentaba 'La bestia rosa, que es un libro inspirado por mi admirada Blanca Andreu. Sufrí “Umbralitis”, yo no quería ser periodista, yo quería ser directamente Umbral, y lo plagiaba descaradamente, pero, como dice Antonio Lucas, Umbral es la piscina en la que hay que mojarse y de la que luego hay que secarse. Ahora me plagio a mi mismo, que es todavía peor. Sentí mucha emoción al verlo por primera vez, pero al mismo tiempo algo de sorpresa, Yo le atribuía a Umbral muchos de los poderes de las superhéroes y por eso pensaba que iba a encontrarme con algo así como a Superman, solo que en lugar de capa lucía un abrigo de Pierre Cardin, y sin embargo pude comprobar desde el principio que era fieramente humano, lo cual, lejos de decepcionarme, se convirtió en una lección de vida que ya nunca olvidaré.

Yo abordé a Umbral de un modo completamente frívolo y cuando de repente me di cuenta de que había perdido a su hijo y de lo que eso suponía, me causó una hondísima impresión. Por aquella época falleció en accidente de coche el hijo de unos amigos de Bretoña y ver las lágrimas de aquella madre, me hizo pensar en lo que habían sufrido Paco y su mujer España. Lo descubrí tarde, pero lo descubrí a tiempo. Me di cuenta de que la fama era la calderilla de la gloria, un peaje excesivo, y que los mitos tienen las mismas necesidades que los seres humanos.

Recuerdo un momento especial, al principio del todo mientras comíamos con su mujer, España. Hay ese momento tenso en que yo, con toda la ingenuidad, le digo que cuando escribió 'Estoy oyendo crecer a mi hijo', segura mente estaba pensando en un poema de Oscar Wilde en el que este dice que su hermana muerta está oyendo crecer los lirios. Nada más acabar de decirlo me di cuenta de que había metido la pata. Afortunadamente le dijo a su mujer: 'Mira el pequeñito, promete, o 'iJoder con el pequeñito!, promete, algo así, y la comida siguió hablando de Cunqueiro.

El mejor consejo que me dio Umbral. Desgraciado el discípulo que tiene un solo maestro, Lo que me estaba diciendo es que además de leerlo a él, me empapase del resto. De los primeros cien libros que leí en mi vida, seguramente cincuenta eran de Umbral, y eso tuvo una clara influencia en mis comienzos. Su prosa era tan pegadiza como la canción del verano y no resultaba fácil desprenderse de ella. Cada frase de Umbral podía ser una aventura.

Tenía fama de borde… Pero eso era una pose que adoptaba para defenderse de las cornadas que le dio la vida. Era hijo de madre soltera, a quien perdió por cierto muy pronto, y además también se le murió un hijo de leucemia. Yo creo que tenía motivos de sobra para estar enfadado. Todo eso marcó su existencia. Yo tuve la suerte de conocer a Paco, no solo a Umbral. En el fondo era como Shrek, un monstruo bueno. Paco, el hombre, está en las cartas que intercambió con Miguel Delibes. No voy a decir que era la alegría de la huerta porque sería faltar a la verdad, pero en la intimidad y sin público, era entrañable.

Dice George Steiner que el hallazgo de un libro te puede cambiar la vida y sus Memorias de un niño de derechas' cambiaron la mía. A partir de entonces busqué en las librerías de Lugo toda su obra junto a mi amigo Pepe Coira y eso cambió mi destino porque hasta entonces quería ser veterinario e ingeniero agrícola. Leí su primera docena de libros y bajo ese impulso escribí mi primer artículo en El Progreso. Se titulaba 'Rebajas" y era malísimo, pero José de Cora tuvo el detalle de publicarlo y eso le dio un giro a mi futuro. Eso fue lo que me animó a marcharme a Madrid a hacer Periodismo.

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