Artículos Francisco Umbral

De Lacan, Lucía, Colodrón y Caballero Bonald


Lunes 5 HEROE es el que puede ser traicionado impunemente». Lacan. . Martes 6 MI admirada y querida Lucía Etxebarría, Miss Nadal, es criatura tempestuosa en quien conocí, nada más tratarla un poco, su naturaleza creadora y plural, alegre y decisiva. Lucía, abandonando heroicamente trabajos anuladores, ha escrito dos novelas en poco tiempo y con la segunda, Beatriz y los cuerpos celestes, ha ganado el Nadal. Lucía, más que una joven escritora de gracia y fortuna, es un repertorio nutrido de la mejor y peor actualidad: libertad, sexo, falta de prejuicios, gap generacional, ideología numerosa, feminismo, voluntad creadora y en este plan. Instintual ella, ha sabido parar a tiempo la prosa coloquial y testimonial del «realismo sucio» para hacer una novela de prosa más lírica, más sensible. Siempre ha supesto uno que la expresión natural del sexo y el amor es el lirismo: otra cosa se quedará siempre en fisiología o charcutería. Lucía asusta un poco porque es como el mascarón de proa de una juventud que viene negándolo todo, pasando de todo y dejando un rastro de canciones, novelas, muerte prematura, urgencia de vivir y prozac, que añadiría ella. «Sobre una generación así no se puede edificar nada», dicen los políticos que quieren cerrar los bares a las diez. Pero Lucía, de momento, ya ha edificado dos novelas ascendentes, lo que quiere decir que se deja muchas horas en el ordenador y, aunque tiene mucha calle, también tiene mucha literatura en el cuerpo. . Miércoles 7 MI querido Antonio Colodrón ha dado hace unos días una conferencia en Bellas Artes. Doy aquí unos párrafos fundamentales de lo que no es sino un lúcido y bello manifiesto por la psiquiatría progresista de ahora mismo: «Como recogen las felices palabras de Carlos Paris, "La transición dictó que toda la cultura de la oposición no sólo debía ser desplazada sino olvidada"». «En algo fue equitativa la contención del franquismo: en repartir la amnesia, generosamente, entre los encumbrados y la oposición». «Se mantenía la reprobación que Pío XII hizo del psicoanálisis en el Congreso Internacional de Histopatología del Sistema Nervioso, en septiembre de 1952 y, en el abril siguiente, en el Congreso de Psicoterapia y Psicología clínica». «Cerebro, genética, bioquímica, endocrinología, son espacios tenidos por propios de la reacción, arrinconados y malditos como resabios de su biologismo cavernícola. En la patria de Cajal, Simarro, Achúcarro, Del Río Hortega, Tello, Lafora, Lorente de No, se arrincona el crisol donde germinan las modernas ciencias». «El 31 de Octubre del 63, allá en USA, los cerebros de Harvard pusieron a la firma de Kennedy la Ley de Centros de Salud Mental Comunitaria, un parche a las exigencias, sobre todo económicas, que la locura plantea a los gobiernos y una siega inteligente que gana la mano al pulso antipsiquiátrico». «Indagar en el cerebro, huele, sencillamente, mal. Bien está lo de los freudomarxianos, los tontos útiles, los compañeros de viaje, los arrepentidos, conversos y otras gentes de mal vivir, incluso los antipsiquiatras, enloquecidos por su propia juventud. Loquistas todos. Pero en la España de la Paz, de los 25 años de Paz, no hay sitio para tufaradas del alma». «Luego, cuando flaquearon las defensas del tomismo y la fornicación freudomarxista terminó en hipocrondrias y en esplín, una particular ideología del vivir ocupó el vacío desde el que supo alzarse, poco tolerante contra la racionalidad y la exigencia. Bien se sabe que los comisarios políticos ejercen desde el poder y desde el poder del antipoder». «Hoy, cuando tan sobradamente la cultura flaquea porque la democracia no quiso llenarla de diversidad, mirar atrás, no incita al regocijo». . Viernes 9 EL nuevo libro de Caballero Bonald, Diario de Argónida, del que el pasado domingo dí gacetilla, lo he leído despaciosamente esta semana y creo que estamos ante el hecho poético más importante de 1997. Quien ha practicado toda su vida, en verso y prosa, un barroquismo lírico de implícitos andalucismos y verso numeroso, se nos presenta hoy como un clásico no sólo de la escritura, pero de la persona. ¿Quiénes son los clásicos, a fin de cuentas, sino unos tipos que supieron mantener el tipo, podridos de un escepticismo que ponían en latín y mármol por disimular y adecentarlo? En este sentido, estamos ante la obra penúltima de Caballero Bonald -todas las suyas lo son-, en cuanto a la actitud desde la que canta, que es una putrición lúcida, y la manera tranquila y macho de asumir finales mediante un laconismo frondoso, digamos, pocas palabras y algunas repetidas (él mismo lo confiesa en nota final, con su admirable honestidad estética), más relampagueos de Quevedo y Góngora. Dice el tópico que el primer verso lo dan los ángeles. A JMCB le dan el último. Nadie como él cierra hoy un poema en España: «también por omisión se escribe un libro». Esencial maestro de pocas y eficacísimas palabras; poemas, cada uno, de muchas lecturas. Sábado 10 P ARECE que los productores, o sea el dinero, los realizadores y el público optan este año, en cine y televisión, por los productos nacionales, y es que los índices de audiencia han demostrado que los espectadores prefieren siempre una historia de aquí, con personajes, conflictos y actores de aquí, a las virtualizadas series o producciones norteamericanas que nos hablan de problemas que no son nuestros mediante un lenguaje gestual que tampoco es el nuestro, lo cual crea siempre como un cierto vacío entre nuestra butaca y lo que estamos viendo. Un suponer, La chica del gato: Josita Hernán, Fernán-Gómez, Arniches. Esa noche cenaba en casa Fernando y hablábamos del tema. Uno opina, con su permiso, que el público universal prefiere Hollywood cuando previamente se le ha aleccionado en Hollywood. Los nuevos españoles, con la cosa satélite/digital, eligen verse reflejados en la pequeña pantalla, como los españoles del 98/Modernismo preferían verse reflejados en Benavente. Con veracidad estética y sentido crítico, no tenemos nada que temer, señora ministra, de un Hollywood espasmódico que, lacio de ideas, se refugia en el catastrofismo niñoide. De Almodóvar a los vascos, hay un nuevo cine español. Y, lo que es más peligroso y venturoso, «que trata de España», como hubiera dicho Blas de Otero. U otro.

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