Artículos Francisco Umbral

Samaranch


Yáñez por un lado y Samaranch por otro están poniendo intransitable el 92, hecho un barrizal y una mierda, con naos hundidas en los charcos y muros de la vergüenza. Ahora se ha descubierto en Hospitalet un gran mural olímpico, pintado por el vallisoletano Gabarrón, muchos metros de muro y muchas figuras, un encargo misterioso y como fraudulento hecho por nadie a nadie a través de Panamá.

Panamá, como todos sabemos, es un sitio que no existe, Panamá es siempre una creación de los bananeros, los yanquis, Bush o Samaranch, más algunos barones del dinero negro y el narcodólar que navegan con bandera de Panamá en el yate. Las figuras de este mural, encargado en secreto, están individualizadas, pues evidentemente se cuenta con reproducirlas, venderlas, propagarlas y explotarlas por separado, como fetiches o souvenirs de los Juegos 92. Va a ser un Coby multiplicado por muchos fetiches, muchas mascotas y muchos millones. Alguien ha tenido la habilidad de fabricar primero el mural (debidamente alejado del mundo por ahora), para sacarlo en el momento justo como Gran Mural Olímpico 92, y que a partir de ahí empiece a generar imágenes, dinero, exclusivas, derechos, millones, o sea el gran negocio sucio de los Juegos, del Acontecimiento, que todo Acontecimiento esconde, propicia un glorioso trapicheo, salvo los que nacen del trapicheo mismo.

Este periódico, que es casi el único que hoy hace periodismo de investigación en España, y la hace a modo, lo contaba ayer muy bien. Aunque los rumores no sean noticia, periodísticamente, los rumores son la gran ballestería de la opinión, de la Prensa y de la calle, y hoy todas las ballestas apuntan hacia el corazón olímpico y financiero del señor Samaranch, que es un Coubertin sin baronía, pero con más ojo para el pesetamen. Tras la caída de Yáñez (todo un vídeo de primera), que prefirió hundir sus naves ante el personal y las damas escotadas, mejor que quemarlas, como Cortés, ahora viene lo de Samaranch, y si seguimos derribando con una soga al cuello las grandes cabezas del 92, como en Rusia la de Lenin, al final habremos conseguido que se dé por clausurado el V Centenario antes de empezar, que se den por celebrados los Juegos Olímpicos antes de que llegue la antorcha griega a carburo, y saltarnos el 92, pasando directo al año siguiente, que, si la cosecha ayuda, será ya un año normal. Uno es que prefiere los días de entresemana como prefiere los años de entresiglo (me joden los bisiestos), uno es que prefiere en general aquello que Jorge Guillén denominó «lo tan real, hoy lunes», y don Antonio Machado «los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa». O sea, la vida corriente. Cuando don Alfonso XIII visitaba las Hurdes, alguien escribió agudamente: el Rey no tiene por qué conocer el peor pueblo de España ni el mejor, sino una aldea cualquiera en un día cualquiera para hacerse una idea real de lo real y la realidad del país.

El Acontecimiento, aparte disimular y monstruizar la verdad de España, que es lo que buscan los dictadores, los presidencialistas y algunos neoliberales, como González, el Acontecimiento, digo/decía, da lugar a esta clase de trapicheos, mierdeos, chapuzas y dineros negros, como el marrón de la carabela que no flota y este otro marrón del mural fantasma que va a acabar para siempre con el prestigio honorable y dandy del señor Samaranch, diplomático del músculo y atleta de las supremas elegancias, que ahora nos va a resultar un espadista mojado hasta las bragas en el astuto asunto del mural de Gabarrón, un vallisoletano colega del alcalde Solarios, que también anda en lenguas por el timo olímpico. Si Pedro J. y sus mastines consiguen ir desmontando todos los cirios y pollos de la cosa, nos habremos librado al fin del pertinaz 92.

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