Artículos Francisco Umbral

Mafiosos


Parece que un grupo de mafiosos cobra por "proteger" coches en Madrid. Ya desde que se abrió la Gran Vía y se levantó el primer edificio con voluntad y estética de rascacielos, la Telefónica, Madrid ha vivido como una pasión secreta el tirón de Chicago. Mucho antes de ser una base yanui (y condicional, eso sí) de la OTAN, Madrid ha desarrollado una vocación por las grandes ciudades americanas, mucho más que por las europeas. Pero a Madrid, con vocación de Chicago y Nueva York, le tira La Mancha y el sainete. Así, podemos asistir a estos encuentros entre protectores y protegidos.-Soy el rey de los mendigos.



-Dios le ampare.



-Gracias, pero es que también soy el cerebro de una vasta organización. Nos ocupamos del "seguro de robo".



-Ya tengo muchos seguros. Mi señora es hasta de "El Ocaso".



-Se trata de que no le desvalijen el automóvil. Es muy peligroso aparcarlo en la Gran Vía.



-Lo dejo aquí siempre. Tengo ahí mismo la oficina. Nunca me ha pasado nada.



-Puede empezar a pasarle.



-O sea, usted quiere que asegure el coche para que empiecen a pasarme cosas.



-Para que empiecen a "no pasarle".



-Usted es un mafioso.



-Soy un cerebro.



-Bueno, venga, tengo prisa, cuánto quiere de limosna.



-No es una limosna. Sería indigno de un mendigo pedir limosna. Es un seguro. Dos mil pesetas.



-Tome dos mil pesetas y que no vuelva a verle. Llego tarde a la oficina.



-Es que las dos mil son mensuales.



El ejecutivo lo piensa un momento. Mira para el rey de los mendigos, que está entre gurú y violinista del Metro.



-Quédese con el coche. Desde mañana vengo en Metro. Y chao, tronco. ¿No se dice así?

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