Artículos Francisco Umbral

Osos pardos


Leo este iluminador párrafo en una colunma de Julián Lago "Felipe quiso resolver los problemas de la economía elevando a doctrina la teoría de Boyer". Me parece especialmente sutil la diferencia entre teoría y doctrina. Pero, aparte la agudeza del columnista, lo que nos tiene en un grito es que Boyer ha vuelto a dar el boyerazo. En Santander, como todos los años. "Santander / tú eres novia del mar / las estrellas se van / para luego volver / a su cielo a brillar" (como Boyer), cantaba Jorge Sepúlveda, a quien abracé en La Latina, en una de las últimas actuaciones de su vida sentimental (una vida de bolero), repescado por Sara Montiel, la grande Antoñísima, cuya modista me ha saludado la otra tarde en pleno paseo campestre (por el campo se encuentra uno muchas modistas).La Magdalena, que fue el castillo de nuestra heráldica adolescente (magisterio de Ynduráin y Raúl Morodo), es hoy el búnker veraniego de Miguel Boyer, desde donde coloca al personal y al Gobierno sus premáticas económicas, neocapitalistas y librecambistas. Este año ha vuelto a hacerlo. Uno no dice que Boyer no tenga razón, la razón del boyero, que es el que conduce a los bueyes, pero, si la tiene, vamos a apuntarnos todos a Boyer para iniciar, a la inversa de lo que se ha hecho, la larga marcha desde la socialdemocracia al socialismo. Lo que pasa con los socialistas, después de las últimas trielecciones, es lo que pasa con los osos pardos en la cornisa cantábrica: que quedan 80. El peligro de extinción de este hermoso y legendario animal es inminente, y dentro de poco será arqueología/antropología, como el homínido de Grossetto o el socialista de los años 70. Se quejan los jefes de la baja afiliación, en contraste con la alta votación. Fácil. El ciudadano es un oso pardo que, llegado el momento, suele votar lo que le da la gana (y la gana suele ser PSOE), pero que luego va a su aire libre y no gasta más carnet que el de conducir. Habría que hablar ahora de Boyer y los profetas del travestismo, que quieren que esto sea un socialismo capitalista, o un capitalismo que se beneficia del prestigio "socializante". Juegan al equívoco. El equívoco, que a veces se elige como vía moderadora, sólo conduce al exceso, y he ahí a Marcelino Camacho acusando a Cuevas de haber propuesto la creación de un "sindicato de pistoleros" para combatir el terrorismo. Así se fundó Carnaby Street, me parece que se llamaba el libro de Leopoldo María Panero, nuestro gran maudit oficial. Así se fundó Chicago, tendría que llamarse un libro que escribiera, por ejemplo, el citado Julián Lago. O sea, repartiendo armas a los particulares para matar parias y piernas. Tras el poder del dinero, los empresarios parece que quieren el poder del poder: las armas. ¿Y para esto ha ganado una guerra la democracia, como diría Octavio Paz, a quien maestro Aranguren califica de "inefable" o algo así? Los osos pardos de la cornisa cántabra nos observan con rubor y, familiarizados como están con nuestra historia, repiten la frase de don Pedro Mourlane-Michelena, aquel d'Ors de vaso de agua: "Qué país, Miquelarena".



Uno se pregunta qué especie se extinguirá antes: ¿los osos pardos o los militantes de carnet?



La fórmula de salvación para los psoe/socialistas (salvación que vivamente deseamos), sería sencilla (aparte dejar en paz a Pilar Miró):



Hacer socialismo.

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